La ciudad que fue

ATARDECER EN CAMPOS DE CASTILLA

A sol, a sombra, el cielo se detiene.
Copia el río su lumbre alucinada,
su inasible visión transfigurada
que de celestes ámbitos nos viene.

La tierra castellana lo sostiene
como una ánfora entera iluminada,
estremecida, llora en su jornada,
llora con voz de siglos ¡miserere!

Castilla, cielo púrpura, enclavado,
amapolas de sangre, tierra oscura,
ronco gime tu sol encadenado.

En la luz fantasmal sólo perdura
el resplandor del río desolado
y el grito de los grajos en la altura.


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