Antiguas voces llaman

EN LA MUERTE DE UNA BAILARINA

Isabel Glatzel

Circulos blancos, malva, ronda de los nenúfares.
El cuerpo como un lirio tembloroso en el viento.
Huye la voz, por miedo de herir la transparencia.
Queda sólo el silencio.
El silencio candente y esa lejana música
que obedece a su cuerpo,
y esa lejana música en que los pies veloces
trazan sus arabescos.

Cae, viene la niebla
a diluir su cuerpo en húmedos anillos.
Isabel le sonríe.
Su traje es como un lirio tembloroso en el viento.
Circulos rojos, negros.
Alza Degas su mano y la pinta en el cielo.


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