Antiguas voces llaman

ELEGÍA

 

Nunca más, ya no más,
frente al áspero viento.
Nunca más, ya no más,
oh, manos adoradas.
¿A qué extraño paisaje se volvieron tus ojos?
Las araucarias mecen su perfume en el aire.
Baja por los senderos la ligera tropilla
y el aroma violento de madera cortada
vuelve a llenar el valle.
Nunca más, ya no más, cabalgaremos juntos
los estrechos caminos de la sierra araucana,
ni tu voz me dirá de las raras leyendas,
del nombre de cada árbol, de cada manantial.
¿En qué río de sombra abrevaste los labios?

Quiero seguirte por la noche inmensa
por entre el manto espeso de la hiedra y del frío,
por ese oscuro viento que humedece las losas,
prisionero del limo, de la tierra, vencido.
Quiero ir hacia la sombra con mi encendida espada
y desgarrar su vientre corrompido,
desgarrarle, vencerla, maltratarla,
hasta que su ancha boca me grite dónde estás.


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