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Como de sol,
y nos rodeaban.
Como de mar,
y nos rodeaban.
Como de llanto,
y nos rodeaban.
Iban cerrándose en finos círculos
y de todos los seres nos alejaban.
Queríamos huir. Nos estrechaban.
Gaviota, sal, orla de espuma,
música bárbara.
Las manos no eran manos.
Eran coral o llama.
El silenco se hacía predilecto.
La voz no contenía la palabra.
Acaso alguna vez volvamos a encontrarlos,
como de sol,
como de llanto
los círculos del sueño,
y nos parecerá que no existieron
que fueron sólo una mirada,
la huella de la espuma
que la ola dejó sobre la playa.
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