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Iba sola: Haz de noches tenebrosas
frente al cansado párpado crecía,
y un amargo sabor de lejanía
me negaba la lumbre de las cosas.
A lejanas antorchas presurosas
mi angustia inútiImente se prendía:
Todo intento de luz en mí moría,
como un vuelo fugaz de mariposas.
Así avanzaba, extraña, amarga, ausente,
por mi propio fantasma combatida,
cuando incendió los aires tu fulgor,
y los labios bajaron a tu fuente:
Aunque manaba sol y era la vida,
¡tenía de la muerte y del dolor!
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